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Un día con

TALEIA: APOYO INCONDICIONAL

Un proyecto en común: equipo educativo, familias y personas voluntarias

Liliana y Facundo llegaron hace 3 años a Valencia. Vinieron de Latinoamérica. Se encontraron en un nuevo país y una nueva ciudad, lejos de sus amistades y familiares.

En sus primeros paseos, Liliana se fijó en un cartel colgado en la calle. Leyó “Refuerzo escolar” y pensó en su hijo. El cartel anunciaba las clases de apoyo impartidas por Fundación Adsis en el centro Taleia. Decidió ir a informarse y, desde entonces, todo cambió.

Siempre al lado de las personas

Familia Monoparental

“Descubrí que hay un mundo detrás de todo ese refuerzo que yo venía a buscar”, cuenta Liliana. Cuando llegó a Valencia, su hijo Facundo tenía 13 años. “De repente, como madre llegaba a un lugar donde estaba sola, porque mi familia está lejos. Hacía 3 meses habíamos aterrizado aquí en Valencia y no conocíamos a nadie. Compartíamos piso, pero no socializábamos y no teníamos nuestro propio espacio. Estábamos como perdidos, no sabíamos muy bien hacia dónde encaminar. Nos faltaba asesoramiento, y ese apoyo nos lo dio Taleia. Desde tutores, psicólogos, apoyo y contención emocional, actividades diversas para los niños… Eso lo fui viendo con el tiempo. Como madre encontré, no solamente apoyo escolar, sino apoyo emocional para la familia”.

Apoyo emocional

Desde su llegada, no fue fácil para Facundo. La falta de objetivos y de información, además de la adaptación a un nuevo lugar, le llevaron a tener comportamientos que no sabía cómo gestionar. “Empecé a quedar con los amigos de un primo que estaba aquí, a la mala junta, estar liándola en el parque, llegar tarde a casa, salir sin permiso… Para mi Taleia fue una forma de escapar de todo eso. Fue una contención emocional, fue algo que me marcó a mí, me ayudó como persona. Al final, Taleia se terminó convirtiendo en otro mundo, en mi segunda vida, mi segunda casa, mi otra familia. Y desde que he estado aquí, me ha ayudado muchísimo”, explica Facundo. “Taleia superó mis expectativas. Hoy, Facundo, después de casi 3 años, tiene apoyo escolar, actividad deportiva, contención psicológica y tutorías todos los días”, añade Liliana.

Cuarentena en contacto

“Desde la llegada del Covid, Fundación Adsis y Taleia siguieron funcionando. Si bien no nos podíamos ver en persona, siguió todo de manera virtual. El apoyo psicológico a través de llamadas telefónicas para saber que puedes contar con los profesionales que trabajan aquí fue constante. Nos sirvió mucho a nivel emocional, porque de repente estuvimos 4 meses encerrados sin poder salir a la calle, y fue muy importante ese apoyo”, dice Liliana. “Empezamos a hacer videollamadas a través de Zoom. Nos conectábamos varios educadores de Taleia y los chicos que veníamos aquí por la tarde. Hablábamos de cómo estábamos llevando la cuarentena, para no perder el contacto, y hacíamos actividades: ejercicio, juegos, nos propusieron hacer una lista de películas y series, cosas que podíamos hacer…. En toda la cuarentena, en ningún momento nos dejaron solos. Todo el rato, siempre, estuvimos en contacto”, explica Facundo.

Vínculo irrompible y nuevos objetivos

 

“Facu sigue teniendo actividades aquí en Taleia. Como madre, asisto a las reuniones familiares. También estoy asistiendo a terapia con la psicóloga. Económicamente nos encontramos un poco mejor, más establecidos. Ya nos mudamos a nuestro propio piso. Y eso da cierta tranquilidad, con proyectos hacia el futuro. Seguiré estudiando para poder lograr otros retos a nivel personal”, expresa Liliana.

“Este es mi último año en Taleia oficialmente. Aunque seguiré viniendo. Han sido 3 años difíciles, complicados, pero lo que más destaco es que Taleia ha estado. Me refiero tanto a mi grupo de compañeros como a mi grupo de educadores, a mi tutor Marcos. En todos estos años, hemos pasado el Covid y un montón de cosas juntos. Ellos siempre han estado. Ahora estoy haciendo 2º de FP, dentro de poco empiezo las prácticas. Marcos me está ayudando, asesorándome para buscar dónde hacerlas. Taleia está siendo una gran ayuda a día de hoy y desde que he entrado”, dice Facundo.

“Nosotros sentimos que esta fundación es parte de nosotros, es nuestra familia. Por todo lo que nos brindaron los profesionales, los tutores, los voluntarios, todos. Ninguno hizo diferencia a la hora del trato. La calidad humana que hay es impresionante. Como madre, voy a estar eternamente agradecida. Y claramente en lo que pueda colaborar como madre, como acompañante, como colaboradora, estoy a su disposición. Te hacen sentir que eres parte de un proyecto en común. Y que para que esto funcione todos tenemos que poner nuestro granito de arena”, concluye Liliana.

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