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Cooperación

BOLIVIA, ECUADOR Y PERÚ

Desafíos y aprendizajes ante la adversidad

Ocurrió de repente, ante el asombro del mundo entero. Todos los países estaban pendientes de cómo les afectaría. Nadie pudo evitarlo. La Covid 19 llegó a cada rincón del planeta, obstaculizando nuestro día a día. Para algunos países del sur fue un desafío aún mayor, sobre todo en las regiones más rurales. Para muchas personas, su vida cotidiana ya era una lucha diaria antes de la pandemia. Ahora, sus circunstancias son aún más complejas. Pero, aunque el mundo se detenga, su población sigue adelante.

“La pandemia por Covid 19 no ha sido fácil enfrentarla. Hemos vivido momentos difíciles. Al principio debo confesar que pensé que era el fin del mundo, que todos íbamos a morir. Sin embargo, recordé que 7,8 grados de un terremoto que vivió la provincia de Manabí en el año 2016 tumbó casas y edificios, pero no pudo tumbar la esperanza de un pueblo. Entonces me dije que tampoco esta pandemia va a acabar con nuestras ilusiones, con nuestros sueños, con nuestras luchas. Hay que enfrentarla”, manifiesta Andreita Quijije, lideresa del Colectivo de Mujeres Tejedora Manabita, en Ecuador.

Esta pandemia no va a acabar con nuestras ilusiones, nuestros sueños, nuestras luchas. Hay que enfrentarla.

Fundación Adsis impulsa proyectos junto con organizaciones locales en América Latina. Los programas favorecen el desarrollo y la igualdad de las personas, priorizando la atención a la infancia y a las mujeres en Bolivia, Ecuador y Perú. “Con Fundación Adsis estamos desarrollando nuestro trabajo en dos áreas del departamento de Cochabamba: en los valles, con regantes; y en el trópico, con mujeres y varones del municipio de Chimoré”, explica Melvy Pardo, responsable de proyectos en el Instituto de Investigación Cultural para Educación Popular (INDICEP), en Bolivia. “Todas estas personas viven del día a día, su economía es de subsistencia. Se han visto limitadas sobre todo durante la cuarentena. Al no poder salir a vender sus productos, han tenido serios problemas. Su economía realmente ha caído y mucho. En muchos casos, como el de los agricultores, han entrado en quiebra”.

Bolivia vivió una larga cuarentena preventiva a nivel nacional desde el inicio de los contagios. El municipio de Chimoré acató de manera rígida las medidas dictadas. “Se hicieron controles en las fronteras del municipio, fumigaciones todos los días, controles de barbijo y se comprobaba la no circulación de las personas. Se ha hecho un trabajo arduo”, cuenta Giovana Ramirez, responsable de Comunicación del Gobierno Municipal de Chimoré. “Se cerró todo el comercio. La gente ha sufrido la falta de la economía. Algo que quizás debamos valorar en nuestra región del trópico son los lugares como los sindicatos, que producen arroz, yuca, hay pescado… la gente ha tratado de sobrevivir lo que ha podido. Pero en las poblaciones como el centro de Chimoré, ahí se ha sentido la necesidad de tener que comer. Se han hecho algunas campañas para ayudar con alimentos, pero ha habido un punto en que la gente ya no aguantaba el encierro porque no tenía con qué comer”.

Para la mayoría de la población del municipio, conseguir alimentos fue un desafío. Gumercinda se siente afortunada y agradecida. Ella forma parte de la comunidad de mujeres Ananea y es participante del proyecto de seguridad alimentaria que promueve el Centro de Capacitación y Servicio para la Mujer (CECASEM). “Ha sido una gran ayuda ser parte de los proyectos porque de las semillas que nos dan teníamos zanahoria, cebolla, rábano; y eso nos sirvió para nuestro consumo y para vender dentro de nuestra comunidad, igual que la carne de cuyes y gallinas”, dice. Si antes vendía alrededor de 50 cuyes, durante la cuarentena vendió un poco más. “Cuando no había pandemia el negocio era libre, quien fuera podía vender carne. La gente no compraba en la misma comunidad. Pero cuando llegó la pandemia no había carne y nos compraban”, cuenta.

Irma

Socia del mercado de abasto Nuevo Progreso. Perú.

"Nuestro mercado está conformado en un 100% por mujeres. Desde marzo de 2020, la situación fue muy difícil, especialmente para las socias que no vendíamos alimentos o artículos de primera necesidad. En mi caso, me tocó vivir de mis pocos ahorros y el apoyo alimentario para todos los vecinos/as que gestionó la Junta Directiva del asentamiento humano donde vivo. Como comerciantes este es nuestro único sustento de vida y fue un golpe muy fuerte. Recién en julio pude retornar a trabajar".

Cándida

Floricultora de Bella Vista. Bolivia.

"A las flores nos dedicamos, más que nadie, las mujeres. Cuando llegó la pandemia del Covid-19, perdimos totalmente estas flores. Ahora recién estamos vendiendo, pero regular, con calma. Esta pandemia la hemos pasado también con violencia. Nos ha afectado con robos. Los chicos se han agrupado, quizás por falta de dinerito o por falta de sus papás, no sé… pero así nos ha pasado en esta zona".

Mabel

Comunaria de Yunka. Bolivia.

"Mi esposo y yo tuvimos Covid. No sé cómo nos contagiamos, pero teníamos los síntomas y fui al centro de salud. Me inyectaron medicinas, y también consumimos remedios naturales. Temía por mi vida y la de mis hijos. Para no contagiarles usábamos barbijo en la casa. Fueron tiempos difíciles, había escasez y falta de transporte, solo podíamos salir un día a abastecernos y nos alimentábamos de nuestras cosechas. Ahora todavía vivo con miedo por los rebrotes, solo espero la vacuna".

María Esther

Jefa de hogar y Secretaria General del Asentamiento Humano Absalón Alarcón. Perú.

"La pandemia ha provocado que muchas familias del asentamiento humano perdamos nuestros trabajos y los pocos ahorros que teníamos. Algunas vivíamos del día a día. Hoy, la crisis nos está obligando a dedicarnos, principalmente, al comercio ambulatorio para poder alimentar a nuestras familias, a pesar que nos exponemos a contagiarnos. Muchos no han podido retornar a sus anteriores trabajos, sobre todo las mujeres, quienes en su mayoría eran trabajadoras del hogar. Además, en su caso hay una mayor recarga de trabajo en el hogar y en la comunidad, lo que les está causando una mayor fatiga mental".

SANAS Y SALVAS

‘Quédate en casa’, se leía en todas partes. En casa estaréis a salvo, el hogar es un lugar seguro. “El Quédate en casa porque es seguro, ha sido todo lo contrario para las mujeres. El incremento de la violencia en los hogares ha venido de la mano con la pandemia. Violencia que se ha manifestado sobre todo hacia las mujeres”, expresa Melvy.

No había posibilidad de salir. Si el confinamiento generó angustia en los hogares a nivel general, las mujeres que sufrían violencia machista en casa se vieron en una emboscada. “Para las mujeres de nuestra comunidad, dedicadas a la actividad que sostiene y produce la vida, como planchar, lavar, cocinar... ha aumentado el grado de dependencia y corren alto riesgo de sufrir violencia por razón de género. Las mujeres somos las más afectadas frente a esta crisis sanitaria”, afirma Pilar Parrales, del Movimiento de Mujeres Jipijapa en Ecuador y miembro del Colectivo de Mujeres Tejedora Manabita. “Es difícil encontrar una salida en situaciones de deterioro de la salud mental y física. Hay que promover la sororidad”, añade.

Desde Fundación Desafío, alertan del “incremento de las llamadas de auxilio y del aumento de los feminicidios en Ecuador”. El país latinoamericano terminó el 2020 con 118 asesinatos machistas. “La violencia y la pobreza marcaron la vida cotidiana de las mujeres en la provincia. Ante la emergencia social, las organizaciones de mujeres, como Tejedora Manabita, desarrollaron espacios de contención, líneas de información y apoyo a mujeres violentadas, acciones de incidencia y presión para que las Juntas Cantonales de Protección de Derechos cumplan con el mandato e implementen la Ley Orgánica Integral para la Prevención y Erradicación de la Violencia contra la Mujer y atiendan denuncias de violencia machista entregando medidas de protección como teléfonos celulares”, informa Fundación Desafío.

“El Quédate en casa porque es seguro, ha sido todo lo contrario para las mujeres. El incremento de la violencia en los hogares ha venido de la mano con la pandemia”

UN AÑO PERDIDO

No es habitual pasear por el campo y encontrar jóvenes subidos a los árboles con sus dispositivos electrónicos buscando cualquier posible señal de Wi-Fi. En una situación todavía más compleja está la juventud que no puede permitirse siquiera el tener un móvil o un ordenador que les permita esa conexión para acceder a su aula virtual. Las tecnologías emergen con rapidez, casi tan rápido como lo hizo la expansión del Covid 19.

“La educación en el hogar se ha convertido en una norma”, afirma Pilar desde Ecuador. “La pésima conectividad, sobre todo en las áreas rurales y periurbanas, ha limitado el acceso a la educación al volverse virtuales las clases”, añade Melvy desde Bolivia. “En Chimoré, por ejemplo, quiénes han salido del Bachiller el año pasado sienten que no han estudiado absolutamente nada. Los talleres que deberían haber sido presenciales han tenido que ser virtuales y ahí las brechas han sido notorias. La conectividad es totalmente deficiente en el mundo rural y el acceso a los instrumentos que podían ayudarnos como celulares o tablets no se ha podido dar. Uno piensa, bueno accedo al Whatsapp o al Zoom que es súper fácil… No, no ha sido así”.

Las constantes quejas estudiantiles y la imposibilidad de lograr soluciones a corto plazo, han obligado a retomar la actividad presencial en las aulas. “Sí o sí nuestros alumnos, nuestros hijos, tienen que ir a las clases. No podemos estar esperando y que el año se vaya sin hacer las clases. En todas las unidades educativas aquí en Chimoré son presenciales este año. No hay equipos ni condiciones para poder hacerlas virtualmente”, comenta Alberto Morales, Secretario General del Gobierno Municipal de Chimoré, en Bolivia.

REMEDIOS TRADICIONALES

“Mi esposo y yo tuvimos Covid. No sé cómo nos contagiamos, pero teníamos los síntomas y fui al centro de salud”, relata Mabel Calisaya, comunaria de Yunka del municipio de Quiabaya, en Bolivia. “Me inyectaron medicinas, y también consumimos remedios naturales”.

Desde el primer contagio, las autoridades respondieron con medidas preventivas. “Se han hecho tres brigadas médicas. El hospital de San Juan de Dios se organizó de manera conjunta con las autoridades municipales. Y se ha salido casa por casa llevando medicamentos, eucaliptos y otros remedios caseros para que las personas puedan hacer un tratamiento de cuidado”, explica Giovana.

La falta de recursos, el difícil acceso hospitalario y las tradiciones arraigadas al uso de plantas medicinales, han derivado en prácticas de prevención alternativas entre la población rural. “Nos hemos curado nosotros como gente campesina. Pichamos coca, comemos mote tostado…. Quizás eso nos ha favorecido. Por eso nos ha afectado poco. No hemos ido al hospital porque tenemos nuestras plantas medicinales: vira-vira, eucalipto, mollis…. Con eso nos hemos curado”, dice Cándida Aguilar, floricultora de Bella Vista.

“La crisis sanitaria ha revelado la deficiencia que tiene nuestro sistema de salud. Es un sistema sumamente debilitado, y los profesionales de salud no han contado con los instrumentos mínimos para poder llevar adelante su trabajo”, cuenta Melvy. “Quiénes tenían dinero podían acceder a ciertos tratamientos más exitosos, y la mayoría de la población nos hemos visto abandonados. Ahí debemos rescatar el tema de la medicina tradicional. La población con la que trabajamos, de acuerdo a lo que nos han contado, han tenido que suplir esta debilidad de nuestro sistema sanitario con medicina tradicional. Y algo que nunca vamos a saber es cuánta gente ha logrado no solo prevenir el Covid 19, sino curarlo a través de la medicina tradicional”.

Miran el futuro con esperanza y con resistencia. No se rinden como pueblos, tienen espíritu de lucha. “La pandemia también nos ha dejado muchas enseñanzas, nos ha dejado un fortalecimiento de espíritu”, cuenta Andreita. “Y nos ha enseñado que hay cosas nuevas y que siempre, después de una larga noche, existe un amanecer”.

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