Pasar al contenido principal

Reportaje

Jóvenes promesass

Migraciones en busca de una vida mejor

Hoy es un día especial para Fátima, y tiene claro dónde lo va a celebrar. Camina por el parque con su móvil en mano y los auriculares conectados, mientras habla con familiares que la llaman desde su país: Marruecos. Carga una bolsa dónde lleva una tarta. Es su cumpleaños y quiere compartirla con sus compañeros y compañeras del curso de Hostelería que está estudiando en el centro del proyecto Passwork, iniciativa liderada por Fundación Adsis y Fundación Exit en Barcelona.

Fátima cumple hoy 18 años, el mismo día que termina sus clases y empieza una etapa de prácticas como camarera en una empresa. Sonríe, incluso cuando recuerda el camino que la llevó hasta el instante presente, aunque no puede quitarse de la cabeza las ganas que tiene de ver a sus padres, que hace ya dos años que no ve.

"Mi país y Europa son muy diferentes, aquí hay más opciones por descubrir y aprender. Volveré a mi país para enseñar a mis hermanos que no han tenido esta oportunidad"

Mohamed - joven migrante

“La vida aquí sola es muy fuerte, te lo juro”, cuenta con el desparpajo que la caracteriza. Fátima es una de las personas que decidieron migrar en busca de un futuro digno. La decisión no fue fácil. “Eres muy pequeña, y una niña, ni siquiera yo que soy hombre podría irme así solo. No puedes ir, es demasiado peligroso”, le advertía su padre. Pero ella le convenció. Cuando dejó atrás Marruecos tenía 16 años y muy pocos recursos para asegurarse un viaje seguro. A eso, se sumaba el hecho de ser mujer y que llegaría a un país nuevo para ella, del que desconocía el idioma y sus costumbres, además de alcanzar territorio español de manera irregular. Llegó en patera junto con otra amiga, también menor. “Mi madre me acompañó hasta Tánger. A partir de entonces, ella regresó al pueblo y me quedé sola. Me encontré con una amiga y nos vino a buscar el hombre de la patera. Fuimos con él, subimos y arrancamos. Estuvimos dos días en el mar. Fue muy duro, no paraba de vomitar y tenía mucho miedo. Mi amiga y yo éramos las únicas mujeres entre todos hombres”, relata.

Fátima llega hoy al centro de la fundación con un entusiasmo que no encontraba en su pueblo natal. “En Marruecos no hay nada. Aunque estudies, luego no hay trabajo. Aquí a veces es duro, porque estoy por la calle y alguien dice: ‘Mira esta mora, esta ladrona’. Y estas cosas no las aguanto, pero no pasa nada. Yo vengo aquí por mi futuro, no por nadie. Para tener una buena opción de trabajo y poder ayudar a mi familia”, afirma. Hoy se ve rodeada de amigos y amigas con quiénes comparte el reto de poder elegir el rumbo de vida que desean.

LUGARES COMUNES

Mohamed prepara los cafés y los zumos naturales para los próximos clientes del CoffeWork. Se trata de un espacio creado por los propios jóvenes en Fundación Adsis, para poner en práctica sus habilidades en cocina, hostelería y atención al público, y que funciona como una cafetería dónde jóvenes, educadores y visitantes pueden disfrutar de sus creaciones culinarias. Mohamed llegó a España hace tres años. Es de Costa de Marfil y tiene muy claro que quiere aprender al máximo para regresar a su país y trasladar nuevos conocimientos a sus coterráneos. “El día que conocí la fundación, me preguntaron qué me gustaría hacer. Yo quiero seguir haciendo el trabajo que estaba haciendo en mi país con mi tío: la fontanería. La educadora me aconsejó sacarme el examen de Grado Medio, así podré hacer lo que quiero cuando lo tenga. Estoy estudiando y aprendiendo. Mi país y Europa son muy diferentes, aquí hay más opciones por descubrir y aprender. Volveré a mi país para enseñar a mis hermanos, que no han tenido esta oportunidad”, explica. Mientras estudia para la prueba de acceso, Mohamed cursa varios talleres con la predisposición de adquirir competencias para potenciar su currículum y resaltarlas en su búsqueda de trabajo. “De pequeño, después de la escuela o de trabajar con mi tío, estaba en casa cocinando con mi madre, haciendo limpieza y ayudándola a organizar la casa. Así aprendí a ser responsable y ordenado, a hacer las cosas bien”, recuerda.

“En Marruecos no hay nada. Aquí a veces es duro, pero no pasa nada. Yo vengo aquí por mi futuro. Para tener una buena opción de trabajo y poder ayudar a mi familia"

Fátima - joven migrante

En el CoffeeWork se escucha el feliz cumpleaños de fondo. Fátima se sonroja mientras le tararean la canción, enriquecida con acentos y entonaciones de distintos lugares del mundo. Pero ese momento es único y por un momento, todos y todas olvidan de donde llegan o van, simplemente disfrutan de un lugar en común.

El equipo educativo toma un café con el grupo, mientras aprovecha para recordarles que en breve empieza la clase. Poco a poco se vacían las sillas y el rincón chill out dónde algunos disfrutan de su pausa para subir una selfie en Instagram. Por primera vez, algunos se sienten satisfechos de sí mismos y comparten imágenes expresando sus logros. Su paso por Fundación Adsis les ha facilitado parte de su aterrizaje a una nueva ciudad y plantearse opciones de futuro. Baba conversa con su tutora, ya de camino al aula, mientras repasan horarios y comentan posibilidades de inserción laboral. Baba se fue de Costa de Marfil cuando tenía 11 años. Huyó con un amigo hasta Mali, luego hasta Argelia y después a Marruecos. Durmieron en la calle durante casi un año e iban trabajando en cada país para ahorrar dinero y poder pagar una patera para cruzar el mar hasta España. “Esa fue la parte más dura y difícil, pensábamos que íbamos a morir”, recuerda. Es un chico alto y robusto, hecho que a su llegada generó una confusión en su edad y lo llevaron a un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE). De ahí, fue a la Fiscalía y le derivaron a un centro de menores. “Yo pensaba que llegaría y enseguida encontraría un trabajo, pero no es así. Primero hay que aprender el idioma y estudiar”, explica. “Con Fundación Adsis aprendí castellano y catalán, e hice muchos talleres diferentes: informática, electricidad, pintura, deportes… Ahora estoy estudiando un curso de chapa y pintura, que me encanta. Mi educadora me buscó una empresa para ir a hacer prácticas, y mi jefe está muy contento conmigo porque soy responsable y trabajador. Tengo muchas ganas de aprender y dentro de 5 años me gustaría tener mi propio taller. Fundación Adsis me ha ayudado mucho, todos me han tratado genial y ayudan a muchos jóvenes como yo”, expresa.

Fundación Adsis actúa a través de diferentes programas para dar apoyo a personas inmigrantes. En Barcelona, cuenta con tres centros en distintos barrios de la ciudad dónde además de formaciones, ofrece un servicio jurídico, aprendizaje sociolingüístico, atención personalizada y un acompañamiento personal y en su recorrido hacia el mundo laboral.

"La vida me ha cambiado mucho. Muchos chicos que yo conocía murieron delante de mí. No es seguro llegar, es tu suerte y si Dios quiere. Al llegar tenía miedo que no me arreglaran los papeles. Ahora ya tengo pasaporte y la tutela. Mientras me tramitaban los papeles estudié el idioma"

Ayoub - joven migrante

DESEOS CUMPLIDOS

Terminada la clase, Baba se despide de su tutora al mismo tiempo que Ayoub llega al centro. Ayoub habla sin parar, poniendo en valor el hecho de ya dominar el idioma y aprovechando para compartir todo aquello que le rodea. Le encanta Barcelona. En su país, Marruecos, soñaba con recorrer Europa. Le fascinaba todo aquello que leía en los libros y quería viajar para aprender sobre otras culturas, viendo que sus posibilidades en el pueblo eran muy limitadas. Un día, vio el momento y corrió hacia los bajos de un autocar. Tenía 16 años y un mundo por explorar por delante, así que no dudó. Se agarró fuerte y no se soltó hasta llegar a Barcelona. “La vida me ha cambiado mucho. Muchos chicos que yo conocía murieron delante de mí. No es seguro llegar, es tu suerte y si Dios quiere. Al llegar tenía miedo que no me arreglaran los papeles. Ahora ya tengo pasaporte y la tutela. Mientras me tramitaban los papeles estudié el idioma. Con la fundación hice un curso de cocina, una masterclass, y me he sacado un certificado de profesionalidad. Desde pequeño quería ser un chef. También hemos hecho salidas para conocer la cultura y muchos sitios de la ciudad. Me han ayudado mucho en todo”, cuenta.

No todo fue rápido y sencillo, y Ayoub es algo que remarca, con su carácter alegre y respetuoso: “Lo más importante es la paciencia, sino no vas a llegar a nada”. Asimismo lo comparte Mustafa, paisano de Ayoub y compañero de Baba en el curso de chapa y pintura, que añade: “Poco a poco he conseguido lo que quiero. Y hay que seguir, siempre con las ganas y haciendo las cosas bien, así hasta cumplir tus sueños”. Fátima se cruza con ellos, ya saliendo de camino al centro residencial de acción educativa donde vive. Espontáneamente y como en cualquier lugar donde una persona se siente segura, charlan con tranquilidad, hablando de sus planes de hoy y del mañana, con más convicción y perseverancia que nunca. Saludan y abrazan a Fátima, felicitándola de nuevo por su cumpleaños. Ella ya hace tiempo que ha pedido su deseo. Cada una y uno de ellos se fueron de su país con el deseo y la promesa de cumplir con aquello que se propusieran. Sus deseos ya se han cumplido. Todos y todas son jóvenes promesas.

"Poco a poco he conseguido lo que quiero. Y hay que seguir, siempre con las ganas y haciendo las cosas bien, así hasta cumplir tus sueños"

Mustafa - joven migrante

¡Ayúdanos a seguir construyendo el puzzle!

QUIERO SER UNA PIEZA CLAVE